domingo, 29 de junio de 2008

Un enorme signo de interrogación (Desireé)

11 de junio


El domingo fue un día rarísimo. Todavía lo estoy repasando en mi cabeza, creo, a cada instante, todo el tiempo. Hace dos noches que tardo unas dos horas en dormirme de tantas cosas que tengo en la cabeza, pero a la mañana, en lugar de tener sueño, estoy completamente despabilada, re up.
Este blog del orto nos postea las cosas un día después: mi posteo anterior correspondía al viernes, y el de Mandy al sábado, ¿se entiende? El de hoy corresponde al martes, aclaro por las dudas.
Así que bue: aunque sea martes, voy a hablar del domingo.
Me levanté bastante temprano, y llamé a Mandy. Quería saber si ella todavía tenía ganas de ir al cine, como tan espontáneamente habíamos propuesto al día anterior. Ella estaba suuuper convencida. Así que corté el teléfono e inmediatamente entré a marcar otros números compulsivamente: Yamila primero (aceptó alegremente), Dami después (arrastraba un toque las palabras pero, al menos por una vez, reconoció mi voz y dijo que “bueno”), Lucas (“no tengo ganas, Didi. Y a las cinco entro a laburar”) y por último Ale (nadie atendió en el celu. Nadie atendió el fijo). Mandy se ocupó de llamar a Mariano, a Julieta y a Karina. Los dos primeros se prendieron, como ya suponíamos. Kari no, como también suponíamos, porque los domingos suele ir a la casa de su abuela.
En fin. Me bañé, me puse base (mi base común y silvestre de siempre, no la espectacular que había usado el día anterior… y que creo que nunca más tendré el placer de ver en mi cara) y un toque de rubor, e hice todo lo posible para que mi pelo enrulado y voluminoso se viera medianamente bien. Encontré mi polera morada en el fondo del cajón, una cortita y original, y me la puse. Y aunque todo esto no se acercaba ni en lo más mínimo al grado de producción alcanzado el día anterior, me pareció que el resultado era bastante positivo.
Llegué al Alto temprano. Y esperé a los demás unos veinte minutos. Al final, llegaron juntos Julieta y Mariano, que habían estado esperando en una de las otras entradas. Sí, ya sé, somos unos nabos. Y tenemos que trabajar en la parte organizativa. Poco después cayó Yamila, con cara de dormida, pero sonriente. Pisándole los talones, finalement, mi querida compañera de aventuras (?), Miss Puntualidad, Amandita.
Sólo faltaba Dami.
Tecleé un mensaje de texto. “¿Dónde estás?”. Respuesta relativamente rápida: “No voy a poder ir. Tengo que ir al partido”. (Creo que todos los domingos se reunen los viciaditos a jugar… y este no fue la excepción). Respuesta también rápida, tecleada mientras lo puteaba en voz alta: “Vale avisar”.
Pero yo estaba de buen humor. Y no tenía ganas de que nada nada, ni siquiera Damián Fausto, me lo arruinara.
Sacamos las entradas para la peli, “Crímenes de Oxford” (veanla que está buena. Es sobre filosofía de la matemática, pero aplicada al género policial. Onda “Numbers”. Ubican Numbers?), y salimos al patio del Alto porque faltaban unos cuarenta y cinco minutos para que empezara.
Y bue… una vez más terminé sentada al lado de Mariano, rodeada por las chicas, pero como si en el fondo sólo estuviéramos él y yo. Es impresionante lo parecidos y compatibles que somos, no sólo en carácter y en el tema de lo que nos causa gracia, sino también en opiniones, en puntos de vista… No sé. Cuando hablo con Dami, estoy pendiente de cada una de sus palabras, disfrutando de cada uno de sus gestos, y al final, no tengo nada interesante para decir. Una tarada babosa, no hace falta que lo digan. Con Mariano es como si cada conversación me acercara un poquito más a sentir que lo conozco de toda la vida.
Finalmente entramos a ver la peli, rellenamos nuestros pequeños cuerpecitos en edad de crecimiento de pororó, chocolate, caramelos y gaseosas, y una hora y media después, estábamos de vuelta en el hall del cine. Dimos vueltas un rato más, pero el cielo ya estaba oscuro, y Yami y Mandy anunciaron que tenían que irse a tomar el cole. Todos juntos salimos al estacionamiento del Alto, afuera, pero no podíamos acompañarlas porque a Julieta y a mí nos venían a buscar directamente ahí. Y Mariano quiso quedarse con nosotras.
De todas maneras, nos quedamos unos instantes afuera, mientras nos despedíamos de las chicas, y yo tomé conciencia de que estaba muerta de frío con mi polerita cortita y original. Mariano me miró, y se sacó la campera automáticamente, ignoró mis protestas y mis “no hace falta” y me cubrió los hombros con la misma. Era al menos unos tres talles más del mío, aunque él sólo me saca unos diez centímetros y es muy flaco. Mi apariencia con la súper campera era bastante graciosa.
Cuando las chicas se fueron, los tres que quedamos volvimos adentro del Alto, pero ni siquiera entonces me dejó devolverme el abrigo. Cada vez que lo intentaba, me contestaba con una broma o una sonrisa. Así que dejé de insistir.
Julieta se fue al poco rato, y al final sólo quedamos él y yo, sentados en un banco largo cerca de la entrada principal del shopping. Mariano se quedó serio de repente, y comentó que la había pasado bien, que eso era bueno porque estaba un tantito enojado con la vida esa semana.
-¿Tiene que ver con lo que pasó ayer?- pregunté yo. Me refería a lo del llamado en Subway, y ambos lo sabíamos.
-Sí… Mucho que ver.
-¿Qué… qué pasó?
Y aunque al principio parecía un poco reticente, al final empezó a hablar, sincero, descargándose. Me contó que él y Francisca habían terminado el lunes pasado. Listo. Ya no había vuelta atrás. Ella lo había llamado el día anterior simplemente para que tuvieran una charla “de cierre”, para aclarar las cosas. Habían hablado toda la noche, y concluido que lo mejor para los dos era separarse. Definitivamente. Y ser amigos.
-¿La querés?- pregunté impulsivamente.
-La quiero- Mariano asintió suave con la cabeza, y me acordé de Mandy haciéndome reír refiriéndose a él como “Latin Lover”. Y pensé qué tontas, qué equivocadas que estábamos-. Y sé que ella me quiere. Pero ya está.
-¿Y Valeria?- pregunté aún más impulsivamente. Valeria es la otra chica, la mejor amiga de Francisca. La primera. Después, las dos a la vez, como ya les he contado. La historia que le dio la fama de Latin Lover, por así decirlo.
Mariano me miró a los ojos y me di cuenta de que iba a contarme todo lo que yo quisiera saber, aún a pesar de lo extraña que era la situación, para ambos.
-Valeria fue mi primera novia. Mi primera relación. Y… yo no estaba enamorado de ella. Me enamoré de Fran. Y… hice algo de lo que no estoy orgulloso. Y de lo que me arrepentí mucho. Y Valeria y yo terminamos mal, pero lo de Fran fue bueno. Aprendí mucho. Crecí. Y creo que ya no voy a cometer los mismos errores.
Qué tontas. Qué equivocadas que estábamos.
Seguimos hablando de cosas que nos habían pasado, de errores y aprendizajes, y de rumores y boludeces, y de la vida, en definitiva. Al final pasamos al tema de mis materias previas, algo que me resulta bastante incómodo, algo de lo que yo tampoco estoy muy orgullosa que digamos.
-Me llevé cuatro- expliqué-. Economía, Francés, Matemática y Tecnología. Las dos primeras, de vaga. Las otras dos, realmente me cuestan.
Y él escuchándome, atento.
-No me bancaba a la profe de Economía. Cuando estudié en Diciembre, descubrí que los temas me encantaban. Y con Francés… bue, también me gusta Francés, la verdad. Pero el año pasado estuve un poco… distraída.
-¿Distraída?
Y pensé ¿Por qué no? Si él me había contado todo lo que había contado, si él había confiado en mí, ¿por qué no iba a hacer lo mismo yo?
-Damián- dije, y evité su mirada-. Lo tenía sentado al lado y…
-Ya me parecía- replicó él.
Y ahí lo miré.
-¿En serio? ¿Cómo…? Sé que soy un poco obvia, pero ¿por qué…?
-El mensaje- aclaró-. La forma en la que reaccionaste cuando supiste que él no venía. Me doy cuenta de ese tipo de cosas, no sé porqué.
-Ah… Estoy… Estuve… No sé. Muy enganchada. Pero creo que eso también ya está, ya no da para más.
-¿Él…?
-No. No sabe. Por favor no digas nada. No se da cuenta. Ni siquiera…
“Ni siquiera me ve” quería decir, pero no lo dije. En todo caso, no hacía falta. Era evidente que Mariano entendía.
-Qué pelotudo- dijo, de una.
Nos reímos.
-Dami no se va a enamorar.
-No, no creo- corroboró él, y se rió un poco más-. No al menos hasta dentro de unos diez años. Ahora está en otra.
-Sep. Su único amor es la guitarra.
Y por loco que parezca, me sentí muy, pero muy bien después de habérselo dicho, después de haber escuchado lo que él tenía para decir.
Estoy llena de dudas, pienso en Dami, pienso en Mariano, y todavía no termino de entender cómo pudo pasar todo esto en tan poco tiempo. Mandy y yo bromeamos, decimos que voy a terminar con cara de signo de interrogación.
Estoy segura de algo. Además de todo lo otro, supongo que Mariano y yo tenemos algo más en común. Los dos estamos un toque bastante lastimados. Pero algo me dice que tenemos arreglo.

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