jueves, 14 de agosto de 2008

Familia (Desireé)

Con todas las emociones que Mariano despertó en mi persona recientemente, me olvidé de contarles una importante noticia, un pequeño detallín que alteró mi vida cotidiana, y que llevo meses esperando.

Hans, mi “hermanito” alemán, llegó a casa a fines del mes pasado. Es muuy alto, muuy flaco, y es rubio de ojos azules (no mi tipo at all, pero estoy segura de que a muchas les gustaría venir de “intercambio” también para acá =P). Se esfuerza mucho por intercalar palabras en español en la conversación, habla un perfecto inglés que me hace sentir que el mío –usualmente mi orgullo y alegría (¿?)– es un desastre, toca la guitarra y canta cuando extraña a su novia, y se ríe mucho. Es lo más.

El hecho de hablar de él me hizo percatarme de que nunca les conté mucho acerca de mi familia. Bueno, hay bastante que decir sobre ese tema, y dudo que un posteo vaya a alcanzar. Pero voy a hacer el intento.

Mis viejos se conocieron en la universidad, hace unos veinticinco años. Ambos militaban en la misma organización (militancia= saltar, cantar, agitar banderas y demás actividades propias de los giles que van a Bariloche, pero con motivo de una causa política y/o ideológica). Mi mamá tenía a media comisión atrás, estaba de novia con uno, y terminó la carrera de Ciencia Política en tiempo y forma, aunque dado que hizo la mayor parte del cursado durante la dictadura, sus conocimientos de su propia carrera resultaron tirando a limitados. Mi papá estudiaba Ingeniería, pero vivía para la política. Era un líder natural, pero parco y muuuy insistente, igual que ahora. No consiguió terminar la carrera, pero sí que mamá se fijara en él. Fue muy onda huir cabalgando hacia el atardecer en un caballo blanco lo de ellos, o al menos así es como que me gusta imaginarlo.

Después me tuvieron a mí, y compraron un terreno, y construyeron una casa (y en eso estamos todavía, no se termina más esta casa), y tres años después, sumaron a mi little sis a la familia. Yo soy heterosexual y les aseguro que el incesto no me va, pero siento mi deber aclarar que mi hermana es hermosa a un punto que provoca placer al verla. ¿Nunca conocieron a alguien así, que simplemente les agrade mirar? Además, por supuesto, es muy inteligente e irónica, y curiosamente encantadora aunque tiene un carácter jodidito, y como resultado ha sido siempre el centro de atención. Supongo que en una época sentí cierta envidia hacia ella, y puede que siempre vaya a ser así en algún punto, pero ahora la considero una de mis mejores amigas. Es como el oxígeno para mí; sé perfecta, tácitamente, que no podría vivir sin ella.

Mi mamá tiene ocho hermanos. Y sus ocho hermanos decidieron esparcir la especie, y como consecuencia tengo primos, muchos. Para ser exacta: 28 del lado materno, 2 del lado paterno. Se, un poquito desproporcionada la cosa.

Algunos de mis primos son como hermanos para mí, y otros como desconocidos. Con los del primer grupo me pasé la infancia correteando por la quinta de una de mis tías, jugando a la búsqueda del tesoro en las noches de verano, haciendo guerra de frutitos rojos de los árboles, andando en bici y nadando en la pile. A los del segundo grupo los veo ocasionalmente en las reuniones familiares, les digo “hola” y “chau”, y considero que ni mi mamá ni sus hermanos tienen genes dominantes, porque todos nos parecemos más “al otro” de la mezcla. En síntesis, no tenemos nada que ver.

Cuando era chica, mi abuela paterna se enfermó de Alzeheimer, y tiempo después murió. Sí, se murió, odio decir “falleció”. Me acuerdo de que me quería y yo a ella, que le cosía flores de tela a los vestidos de mis muñecas, y que tenía la piel más suave, fresca y tersa que haya tocado en toda mi vida.

A la mamá de mi mamá, en cambio, no la conocí mucho, aunque vivió más. Siempre estuvo muy cansada, y como perdida. Su “lugar”, aunque suene insensible, en cierto modo lo ocupó la madrina de mi mamá. Se llamaba Victorina, le decían Nita, y cuando tenía tres o cuatro años el Nita no me salía, así que le decía Tinta. Era muy mayor, pero tan lúcida y madura –con todo lo que ello implica, jaja– como una adolescente. Nos visitaba todos los fines de semana, nos llevaba a mi hermana y a mí al Colegio de Abogados, a jugar a las escondidas en la biblioteca, nos quería con devoción, y pensé que iba a vivir para siempre, pero no. Y aunque suene muy tonto e infantil, todavía me da un poco de bronca eso.

Mis dos abuelos, paterno y materno, están vivos, pero no tengo una relación muy estrecha con ninguno. Son muy pesado y muy boludo respectivamente. Es así; no tengo ganas de suavizarlo ni un poquito.

En general, me gusta mi familia. Me gusta el recuerdo que tengo de mi infancia, y me gusta haber crecido como crecí. Supongo que lleva cierto tiempo aceptar ese tipo de cosas. Pero sí, todos ellos me convirtieron en la persona que soy. Y es un buen motivo para estarles agradecida.

5 comentarios:

Anónimo dijo...

Ay, me diste ganas de hablar de mi familia, jajaja

muah

PaJaritos dijo...

que linda es la familia!
me diste muchas ganas de escribir sobre mi familia y va a ser mi próximo post, así que te interesa enterarte de la familia de una completa desconocida adelante :P
y sabés qué casualidad, mi novio se fue de intercambio a alemania hace un par de años. más bien un año y medio, :) me hubiera encantado vivir algo así a mi tmb -.-"
en fin :D
saludos!

Ed dijo...

mi familia es un desastre ^^
ni ganas de hablar de mi familia.
nos llevamos pal tujes.
pero bueno, no se si calificaria como "aportar un caramelo" pero la intencion esta.
saludos!

Marie dijo...

Di, muy bueno el post.
Hay que ser sincero, me parece bien.
a ver si tu hermanita se mete a modelo y salva a la familia y pueden terminar la casa de una perra vez...
ya la veo bailando x un suenio

Anónimo dijo...

me gusta la gente que habla de su familia, yo no puedo hablar de la mia, es...bueh no tengo palabras para describirla pero es una cosa re dfhgkjhgk, medio atipica, que se yo...