sábado, 26 de julio de 2008

Lo que pasó el lunes (Desireé)

“Nunca podés estar segura de cómo van a resultar las cosas” me dijo Jazmín hace poco “La vida tiene cada vuelta…”.

Pensé que lo decía por darme ánimo, porque percibía que muchas cosas en mi vida y en mí misma estaban cambiando muy rápido, y el no poder controlar esos cambios me provocaba una angustia bastante evidente. Jazmín es una buena amiga. Unas cuantas amigas buenas siempre se las arreglan para mantenerme con los pies en la tierra. La cuestión es que sus palabritas, pronunciadas por el motivo que sea, se cumplieron al pie de la letra. Muy al pie de la letra.

La noche del Día del Amigo, Mariano y yo esperamos el colectivo durante horas. Fue haciendo cada vez más frío con el correr del tiempo, así que nos apoyamos contra la pared de un bar y él me rodeó con los brazos. Cada tanto pasaban grupos de chicos en pedo, chicas riéndose y cantando, y uno que otro cole, pero nunca el mío. Tipo dos de la mañana llamé a mi viejo y le pedí que viniera a buscarme.

-¿Querés que te ayude a estudiar para la previa?- preguntó Mariano poco antes de que el auto apareciera en la esquina. Él sabía que mi turno para rendir es el primer lunes después de las vacaciones, y yo sabía que él está dando clases particulares.

-¿Cuándo?- pregunté.

-Mañana- dijo él. Y sonrió-. Hoy, en realidad. Son casi las tres.

Y yo acepté.

Al día siguiente salí de casa esquivando a la multitud de glams y pillis amigos de mi hermana que se habían quedado a dormir la noche anterior; era definitivamente la alumna particular de matemática más producida de la Historia.

Me tomé el cole a las 11 y al mediodía ya estaba en el centro. Llovía apenas, y el cielo exhibía un extraño color blanco perlado. Yo estaba contenta.

Toqué el timbre del edificio antiguo y grande enfrente de la escuela, donde vive su abuela, la que lo inició con el tema de las clases. Poco después ya estaba desparramando mis logaritmos y funciones sobre una mesa chiquitita en una habitación luminosa. Él estaba de buen humor, como casi siempre, y todo parecía tan natural, tan fácil.

Aunque nadie nos crea, estudiamos. Explica muy bien, y es tremendamente obsesivo con todo lo que sea signos y procedimientos. Se nota que las matemáticas le encantan, que el caos que eran para mí los números y las ecuaciones para él tenía perfecto sentido.

-¿Vas a hacer algo ahora a la tarde?- dijo, al final de clase.

-No, ¿vos?

-Tampoco.

Fuimos a comer a Subway. Mientras esperábamos la comida, nos miramos en uno de los espejos grandes que había en la pared del costado. Saludamos a nuestros reflejos, como nenitos, nos reímos, y después simplemente nos quedamos un poco callados. Pensé que me gustaba cómo me veía con él al lado, y me pregunté si tal vez él pensaría lo mismo.

Después del almuerzo, caminamos hasta Addison. Otra clase particular, en realidad, pero de pool esta vez. Mientras jugábamos hablamos sobre Dami. Le conté sobre la conversación de MSN que habíamos tenido a principios de las vacaciones, le expliqué que realmente sentía que lo había superado, que simplemente estaba feliz por él. Y la sonrisa de Mariano se iba ensanchando a medida que me escuchaba hablar, y me comentó que él conocía a la chica, que Damián también le había contado, que era una pelirrojita del salón del entrepiso, el que está al lado del de Ciencias Naturales. Y yo mentalmente le deseé suerte a la pelirrojita, y paciencia para el camino, por si se llega a enamorar de Dami.

Dos partidas de pool y nos fuimos de Addison. Caminamos despacio, tomados del brazo, hasta el río. Hablamos sobre nuestra infancia, sobre las personas que habíamos sido, las que éramos y las que una vez deseamos ser. Subimos las escaleras interminables de uno de los parques más grandes de la ciudad, que está emplazado precisamente sobre la rivera. Pisamos charcos, saltamos bancos de plaza, y al final nos sentamos por ahí.

Soplaba un viento suave, los barcos cargueros se desplazaban lento y a lo lejos por la superficie del agua. Y él me rodeó con los brazos, una vez más.

Silencio.

Pero cuando él empezó a decir algo, casi sin darme cuenta, casi automáticamente, lo interrumpí:

-Yo no quiero ser amiga tuya.

Por la posición en la que estaba, no tenía que mirarlo a los ojos, lo cual era un tremendo alivio, así que, por si quedaban dudas, repetí:

-No quiero.

-Yo tampoco- replicó él.

Se me cortó la respiración, se los aseguro. Yo ya suponía que íbamos a tener una conversación deprimente, que iba escuchar muchos esto ya lo hablamos y no puedo, tengo novia, así que no supe qué decir cuando él dijo sencillamente lo que yo quería escuchar.

-En serio, yo tampoco.

Ladeé la cabeza, y nuestros ojos se encontraron.

-¿Y entonces?

Él sonrió ligeramente.

-Ya no estoy más con Fran, sabés. Desde hace una semana. Se terminó. No terminó muy bien…demasiada bronca y mucho sufrimiento sin sentido, supongo. Pero terminó.

-Ah- articulé.

-Ya no la amo.

-Ah.

(Sí, bueno, estaba re elocuente yo).

-Simplemente quiero unas semanas, ¿entendés?- prosiguió él-. Un poquito de tiempo para hacer las cosas bien. No quiero cometer con vos los mismos errores que cometí en el pasado. Porque vos…

-¿Yo…?

Me giré y quedamos frente a frente. Él deslizó la mano por mi pelo primero, por mi cara después.

-¿Sabés que me encanta tu pelo?

Me reí. Prácticamente temblaba de los nervios.

-Y tu piel… y tus ojos…

Y cerró la mano sobre mi mentón y me besó.

Y me olvidé del frío, de las dudas, de las matemáticas, de las idas y vueltas, de Francisca y de Damián. Todo lo que existía para mí en el mundo en ese momento, todo lo que importaba, todo lo que conocía, era él y él estaba besándome.

La vida tiene cada vuelta…

Nos separamos, nos miramos muy de cerca.

-Te quiero- dijo en voz baja.

-Yo también te quiero.

Y nos reímos y nos volvimos a besar.

Eso fue todo. Me acompañó a la parada de cole, y ya había salido la luna, y las luces en la calle titilaban; creo que había bajones de tensión, o algo así. Yo no quería buscarle explicación: me gustaba el mundo así, parpadeante, raro, un poco mágico.

-¿Te veo el miércoles? Tengo que darte otra clase.

Y yo estuve de acuerdo. Después de todo, me corresponde estudiar.

1 comentario:

Anónimo dijo...

aaaaaay epro que tiernoo(L)
a mi me paso algo asi, eso de
"las clases particulares", con la diferencia que eran de conciliación bancaria (?)
igual desp me saque 5 en la prueba jajaja.
Pero me explico y habia entendido lo juro ¬¬