domingo, 29 de junio de 2008

Alumna lenta (Desireé)

7 de junio


Parecería que, para mí, las cosas importantes están pasando los miércoles. En realidad no son grandes sucesos. Son más bien… comienzos. No se me ocurre un término más apropiado para especificar.
Como ya contó Amanda, el miércoles pasado salimos temprano porque hubo una movilización docente. Ella y las chicas se adelantaron y se fueron cada una para sus respectivas casitas, pero Yamila y yo habíamos quedado con los varones para ir al pool, así que nos encontramos con ellos afuera. Yo asumía que solamente seríamos nosotras y Lucas, Ale y Dami, pero, cuando Yami y yo atravesamos el acceso del patio y salimos a la plaza (sip, por si no lo contamos antes, nuestra escuela tiene la bonita particularidad de que da una plaza céntrica, una de las más lindas), vi a mis tres chicos acompañados por otros tres más. Okiti. Muy íntima no iba a ser la salida.
Como ya dije, Lucas y Ale se quedaron de año, así que ya no son compañeritos de nadie. Dami va al polimodal de Ciencias Naturales. Había dos compañeros suyos de ahí: Mariano y Fabián. Conozco a Mariano del cumple de Dami del año pasado, y es una persona que me resulta… interesante, por decir algo. Ahora ahondo. Pero peren. Fabián, por su parte, es un tremendo gil. Tipo esas personas que se creen lo más porque pueden tocar dos acordes más o menos afinados con la guitarra. Y re amargo. Posta me cae mal. Como no podía ser de otra manera, Damián lo adora. Creo que, en su curso, es su mejor amigo. Bue, y además estaba un flaco de mi curso, Matías. Es básicamente igual que Fabián, solamente que tiene un toquecito más de habilidad social. Más Yami, que es del polimodal Comunicación, y yo Humanidades, la re variedad “polimodalística” nosotros.
Éramos ocho, sino cuento mal. Y los ocho encaramos para Addison, un pool. El año pasado íbamos bastante seguido. Es un lugar que me trae buenos recuerdos.
Yamila y yo estábamos hablando de juegos de compu, creo, cuando Mariano se puso a la par. Se unió a la conversación con facilidad, y de pronto recordé porqué me había caído tan bien, la única vez que habíamos hablado antes. Es muy simpático; sonríe muchísimo. Me acuerdo de una frase en un libro de Márgara Averbach “Juana es así: te mira y ya estás hablando con ella”. Bue, Mariano también es así. Exactamente así.
Un par de cuadras después ya estábamos en Addison. Todos depositamos nuestras mochilas en una de las mesas del bar, y Matías y Fabián se sentaron por ahí. Lucas y Alejandro se encaminaron hacia su mesa de pool de siempre, situada más o menos en el medio del local. En Addison nunca están ocupadas las mesas de pool, o por lo menos nunca vi más de otro grupo aparte del mío. Y eso que hay un montón de mesas. En una época, llegamos a estar bastante convencidos de que nosotros les manteníamos el local, jaja.
Las mesas están todas puestas paralelamente, una delante de la otra, no sé si me entienden. Yo me senté sobre el borde de la que estaba frente a la de Ale y Lucas, más cerca de la puerta del local. En cierto modo, ése también es mi lugar “de siempre”. Damián, Mariano y Yamila fueron hasta la mesa del otro lado, y se percataron de que les faltaba un jugador.
Automáticamente, los dos varones procedieron a insistir en que yo jugara. Yami no, porque ya sabe que no me gusta. En realidad, no es que no me guste, lo que pasa es que no sé ni cómo agarrar el palo. Ustedes dirán que todos los días se aprende algo nuevo y que es muy positivo probar cosas nuevas, a lo que yo contestaré que ya han intentado enseñarme, y que técnicamente, ya no es algo “nuevo” para mí. Soy un desastre para cualquier cosa que involucre una pelota, ¿estamos? Y plis no malpiensen, ni ganas. No soy buena en los deportes con pelotas de tamaño moderado (casi les diría que el voley es para mí un motivo de peso para odiar las clases de gimnasia), me dan cosa las pelotas grandes (una vecina tenía una pelota de goma enorme a la que llamaba “Marta”. En uno de sus festejos de cumpleaños, un auto “atropelló” a Marta y la pelota murió con un estruendo terrible. Fue una experiencia muy traumática, se los aseguro) y no me gustan los juegos con pelotas chiquitas (conclusión, cero ping pong, cero pool, una que otra complicación en mi vida social).
Dejo de hablar pavadas. Retomo. Los chicos insistieron, insistieron, y en un momento Dami dijo:
-¡Vamos Di! Jugás conmigo.
Mi corazón se salteó una pulsación. Mi mente gritó: ¡Siiiiiiiiiii! Pero escuché que alguien contestaba y ¡oh fatalidad del destino! era yop: Emm, no, en serio, no tengo ganas. Sí, ya sé, soy una cobarde. Pero no quería que él perdiera, y menos por mi culpa, y menos que menos con tanto público.
Los chicos cedieron en sus intentos de convencerme, y pasaron a tironear a Matías. Él no se hizo de rogar mucho y aceptó.
Lucas y Ale jugaron unas dos partidas completas. Para quien no tiene un súper conocimiento de pool, las partidas de cuatro son más largas, así que, en ese tiempo, los otros sólo completaron una partida. La tercera partida de mis dos queridos giles la pagué yo y, mientras tanto, los otros empezaron una segunda. Fue más o menos en ese momento que Mariano, en uno de sus “no turnos” (leáse, en una de las veces que no le tocaba), se acercó hasta donde estaba yo.
-Me molesta que te quedes acá separada- dijo-. ¿No te aburrís?
-¿Para qué vendría si me aburriera?
-No sé…- sonrió ligeramente-, por eso pregunto.
-Me divierto como espectadora.
-Sí… pero sería mejor si jugaras, ¿no?
Entonces lo llamaron, y volvió para su mesa a jugar. Sin embargo, a su siguiente no turno, volvió.
-Ahora me acuerdo bien de vos… Vos viniste con nosotros al cumple de Damián. ¿Hace cuánto fue?
-El cumple de Dami es el 24 de octubre, así que…
-Yo nunca me acuerdo del cumple de nadie.
-Alguna excepción debe haber.
-Bue, me acuerdo del mío.
-Re que todos le decían “Feliz Cumple” y el flaco “¿Ah, era hoy?”
Nos reímos. Un poquito, apenas un poco.
Otro turno. Y de vuelta.
-Cumplo años el 20 de noviembre- comentó.
-Ah… sí. Ya me acuerdo. Tu cumple fue ése que todos fueron a Funes… Vi un montón de fotos en un montón de fotologs, ya sos casi famoso.
-¿¡En serio!? Yo ni enterado de que habían posteado algo…
Seguimos hablando de eso, re bien, re fluidamente. Cada tanto nos reíamos. Tenemos un sentido del humor bastante compatible, la verdad. Pero, también cada tanto, yo miraba un par de mesas más allá, donde Dami se inclinaba de vez en cuando para pegarle a las benditas pelotitas, o se reía de algún comentario de Matías, o miraba la mesa reflexivamente. Pensé en lo mucho que me hubiera gustado que fuera él quien dejase su mesa para venir a hablar conmigo, en como me hubiera encantado que a él le molestase verme “separada”.
La segunda partida del grupo de cuatro terminó, y tanto Matías y Fabián como Dami anunciaron que tenían que irse. Así que saludaron y se las tomaron. Mariano y Yamila empezaron un uno a uno, y el resto miramos. Nos quedamos en Addison unos veinte minutos más.
Después volvimos para el lado de la escuela. Cuando llegamos ahí, Yamila y Alejandro agarraron para un lado, y Lucas, Mariano y yo para el otro.
-Están robando en las paradas de colectivo, ¿sabías?- dijo Mariano-. Sobre todo a las chicas.
Parece que las chicas no tenemos que salir solas y qué sé yo.
-Un par de guardaespaldas te vendrían bien, ¿no?- prosiguió. Y ahí él y Lucas se cruzaron de brazos simultáneamente y yo solté una carcajada.
-Mmm… ustedes menos de defensa si me tratan de robar… seguro que se van corriendo.
-Si corremos seguro que nos alcanzan- opinó Lucas con sinceridad.
-Y encima quedan mal por haber corrido- comenté yo.
-Posta. Nos quedamos y nos agarramos a trompadas. Corrés vos- dijo Mariano.
Lo miré. Así escrito suena como un tarado que se cree Superman, pero en el momento no fue así. Me causó gracia, pero también me pareció tierno. Pero bueno, me atajo: no me gusta Mariano. Me gusta la atención. A ver cómo lo explico… Creo que estoy enamorada de Dami. Nunca me sentí así por nadie. Pero, precisamente porque Mariano no me gusta, no me siento en absoluto presionada, ni nerviosa. Puedo ser completamente yo misma cuando hablo con él. Y llamarle la atención a alguien siendo yo misma tan crudamente… No sé. Es raro. Incluso me cuesta explicarlo.
Mientras seguíamos camino hacia la parada, Lucas se puso el ipod y empezó a andar unos pasos más atrás. Nosotros seguimos hablando sin parar. Y después, cuando finalmente llegamos, Mariano esperó con nosotros hasta que el cole llegó.
Lucas no pareció haber notado nada raro entre Mariano y yo. Mientras volvíamos a casa en el colectivo semivacío, hablamos de cualquier cosa, de todo y de nada, como es típico en nosotros.
Apenas me conecté, a la tarde, le conté a Mandy todo lo que había pasado. Desde la primera vez que le hablé de Mariano (digamos, el 24 de octubre del año pasado) ella concluyó que era “mucho mejor partido que Dami”. Porqué, pregúntenle a ella. A pesar de su simpatía (o tal vez a causa de ella), Mariano no tiene el mejor historial que digamos: en una época, salió con dos de sus compañeras de su curso al mismo tiempo y tengo entendido que todavía anda en algo con una de ellas. Sé que no es para mí. No estoy escribiendo todo esto porque lo considere una opción. Ni siquiera sé porqué lo estoy escribiendo. Y no, no me pregunten.
Mañana es el cumple de Jazmín. Ella es amiga de casi todos en Ciencias Naturales, y también, por lo tanto, de Mariano. De Damián no, porque, como ustedes saben, él es un poquito “complicado”. Hoy, en el segundo recreo, me los encontré a ella y a Mariano conversando en el pasillo.
-Mañana vas a jugar al pool, Didi- dijo Jazmín con una sonrisa radiante.
-¿¡Qué!?- dije yo.
-Al final lo festejo en Addison.
Miré a Mariano. Él se encogió de hombros y sonrió.
-Te dije que ya probaron de enseñarme y no…
-Sí, bueno- su sonrisa se ensanchó-. Todavía no probamos que te enseñe yo.

No hay comentarios: