domingo, 29 de junio de 2008

Desiree. Una de las dos.

12 de abril

Como ya aclaré arriba, me llamo Desiree. Tengo 17 años y voy a Quinto de un colegio público, común y corriente, de Rosario. Mi amiga Amanda y yo decidimos empezar a escribir un blog hace un par de días, y desde entonces discutimos bastante más de lo acostumbrado.
Discutimos acerca de adónde íbamos a empezarlo (hay muchas muchas páginas para escribir blogs, aunque a una nunca se le ocurra pensar en eso); acerca de cómo íbamos a llamar a todos los involucrados (bueno, no íbamos a dejarles sus verdaderos nombres por si a alguno le pegaba por la lectura vía Internet, pero según Amanda, tampoco está bien optar por nombres ficticios ridículos como “Alf”); acerca del título del blog y las contraseñas y cosas así. Nos las arreglamos para ponernos de acuerdo, más o menos, al final.
Decidí empezar yo. Me acabo de dar cuenta de que Amanda y yo no nos dijimos en ningún momento porqué queríamos hacer esto. Creo que ella debe tener sus razones, así como yo tengo las mías.
Voy a hablar de esas razones. Dos razones, porque dos es el número del día, parece.
Desde chica, me di cuenta de que el único momento en que en verdad me entendía a mí misma, era cuando escribía. Mi cabeza ha sido siempre un quilombo tremendo, y le dedico casi la misma cantidad de tiempo a la fantasía y a la vida. Eso es un poco preocupante, sobre todo cuando una va creciendo y se da cuenta de que tiene que hacerse cargo de su vida. Que los sueños están buenos pero nunca nunca van a reemplazar a la dura realidad. Lamentablemente.
Por otra parte, este es el último año que Amanda y yo vamos a pasar en la escuela. Nuestro último año de secundaria, por cierto. Como la secundaria puede ser una experiencia maravillosa para algunos, y bastante traumática para otros, pero es en definitiva muy importante para todos, resulta que hay mucho material para escribir al respecto. Una no se ve obligada a inventar, porque pasan cosas interesantes todos los días, y sino, se pueden convertir en interesantes con un poco de ironía e inteligencia (y Amanda y yo somos dos personas muy irónicas e inteligentes, por supuesto). Y cuando no hablemos de lo que acontezca en nuestras fascinantes vidas escolares -¿ven? ya empezó la ironía- siempre podemos hablar de nosotras mismas, de lo que pasa por el lado de adentro de nuestras cabecitas, de cómo sufrimos, disfrutamos, cambiamos y/o crecemos. A todos nos gusta pensar y hablar sobre nosotros mismos, aunque digamos que no. A nosotras además nos gusta la idea de escribir sobre nosotras mismas y compartirlo con el mundo desvergonzadamente. Es más barato que la terapia, ¿saben?
Y si no quieren creer en lo que vamos a contarles, no nos crean. Me voy a alegrar si todo lo que escribimos parece inverosímil (porque significaría que nuestras vidas se han vuelto apasionantes y novelísticas) y me voy a preocupar si pueden convencerse de que todiiito es verdad (porque implicaría que nuestras vidas son monótonas, convencionales y básicamente aburridas).
Así que, he aquí la introducción al blog. Espero que te guste, Amanda. Sino, siempre podemos discutir un ratito al respecto. Para eso están las amigas.
Atentamente,
Di.

No hay comentarios: